lunes, 4 de abril de 2011

Love Dubrovnik

Nada más divisar Dubrovnik desde la carretera he sentido un cosquilleo en el estomago, como ese primer beso, como ese momento en el que ella te mira y el alma te da un vuelco. A la misma velocidad que el autobús se adentraba en el antiguo foso para llegar a nuestro checkpoint se iban acelerando mis sentidos ante la imposibilidad de absorber tanta belleza y mi ansia de conocerlo todo iba in crescendo. Atraviesas cualquiera de sus puertas y te sientes huésped del corazón de toda la Dalmacia y de una de las mayores maravillas que nunca has visto, y cada esquina que visitas te plantea el eterno dilema de como ganarse el privilegio de ser digno para comprenderla, amarla y entregarte a ella e cuerpo y alma.


Cada piedra respira vida y cobra sentido en una ciudad que ha nacido para ser respetada, admirada y ser tratada como lugar de culto. Esa Dubrovnik que te persigue con la mirada cuando caminas por el Stradun o recorres sus murallas es el mismo que te mece en la tranquilidad de sus aguas y te invita a un trago de felicidad en cualquiera de los restaurantes cerca del puerto.

Huellas y huellas de personas que se pierden cuando la Bora baja endemoniada de las montañas y los marineros acuden a la llamada de la Dubrovnik madre, esa que te acaricia y te protege dentro de sus murallas  como hacía antaño, cuando las balas y los proyectiles del hombre estúpido resonaban contra sus entrañas, sólo con el afán de cortejarla y llevársela consigo.

Pero Dubrovnik sólo es dama de si mismo y del espíritu de los Habsburgo que la vigilan desde la isla de Lokrum como si fuera aquella Ragusa adolescente, ensimismada y asediada por hombres sin corazón procedentes de cualquier punto del planeta. Ahora la joven ha conseguido escapar y, hoy en día, ya sus murallas no pueden contener tantas ganas de crecer y mirar para adelante dejando atrás miles de conflictos y desavenencias.

Cuando parecía que ya nada más me podría sorprender, en el barco camino a Cavtat, cerca de Lokrum, con una lágrima contenida ante una despedida abrupta, inesperada, sentí que con sus banderas ondeantes Dubrovnik me deseaba un buen viaje y me advertía de que aquello era un "Hasta pronto..." 


4 comentarios:

  1. Impresionante!no dejas de sorprenderme.sin mas palabras........ ven pronto:)

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  2. joer que palabras más profundas... ¿estás tomando drogas? Miedo y asco en Dubrovnik

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  3. genial..., ahora me acaban de entrar unas inmensas ganas de conocer este precioso sitio, y no tengo dinero para hacer este viaje, sniff sniff!!!!! Nos pones los dientes muy largooooooo, jejejje. Disfruta mucho y no dejes de contarnos!!!! bicos
    Su

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